La Real Academia Española nos da la razón, y en su diccionario de la 23ª edición, incorpora por fin el nombre común “cuentacuentos” con el significado único e inequívoco de “persona que narra cuentos en público.” Podéis verlo en http://lema.rae.es/drae/?val=cuentacuentos
A partir de ahora ya no hay dudas de cómo nombrar a las “personas que narran cuentos en público”. A esas personas se les debe llamar“cuentacuentos”. Con ello la RAE no hace sino certificar el uso general de la lengua, que es propiedad de todos los hablantes.
No se especifica en la definición si los cuentos que se narran han de ser infantiles o de adultos, porque todos valen, pero sí que tienen que ser cuentos. Quedan excluidos dentro de esta definición del diccionario la conversación escénica, chistes, o monólogos más o menos humorísticos cercanos al “El Club de la Comedia” (Stand-up Comedy), que más bien deberían hacerse llamar “monologuistas”.
Las palabras “cuentista” y “cuentero” (esta última acepción válida, según el diccionario, solo en algunos países de Hispanoamérica, como Cuba y Colombia), se refieren, para la Real Academia Española, a quien “acostumbra a contar enredos, chismes o embustes; o la persona que suele narrar o escribir cuentos; o la que por vanidad u otro motivo semejante exagera o falsea la realidad.” Estas definiciones registradas por la RAE definen lo que está en el uso normal de la lengua y los hablantes desde hace décadas.
Ninguna otra definición para los que ejercen la profesión o la afición de contar cuentos en público es así de clara y explícita en el diccionario como la de “cuentacuentos”, porque en apenas siete palabras esta definición es la única que incluye al narrador, al cuento y al público, los tres pilares esenciales e imprescindibles en el arte de contar cuentos. Respetamos todos los demás términos que otros compañeros deseen dar a este oficio.
Muchas gracias a la RAE, y muchas felicidades para todos los cuentacuentos y las cuentacuentos (el nombre es común para los dos géneros), porque entre todos hemos conseguido que definitivamente tengamos un oficio visible, con prestigio, y reconocido en todas las áreas de la cultura.
¡Vivan los cuentacuentos!
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